Me contaba un profesional que atiende a personas con problemas de salud mental que, tras proponer al responsable de una gran empresa la posibilidad de contratar a uno de sus pacientes, éste le planteó sus dudas.
-“¿Y si sufre una crisis y cae al suelo, qué hago?”
-“Lo mismo que harías si te cayeras tú, llamar a una ambulancia”, le contestó este profesional.
La anécdota, aparentemente sencilla, esconde una tremenda realidad: existe un desconocimiento profundo de la enfermedad mental, de cómo tratar a las personas que conviven con ella, de cómo reaccionar ante una situación derivada de esta dolencia. Los hemos convertido en “raros” y “diferentes” de manera que, además de enfrentarse a sus propios miedos e inseguridades, han de convivir con los nuestros respecto a su enfermedad.
El 10 de octubre fue declarado día Mundial de la Salud Mental por parte de la Federación que aglutina a todas las personas que sufren esta dolencia. Esta jornada reivindicativa se conmemora en más de 100 países y busca, precisamente, implicarnos a todos en la tarea de acabar con el estigma social que hemos creado en torno a las personas con enfermedad mental.
De ellas pensamos, a menudo, que no están capacitadas para trabajar, para formar una familia, para amar, para divertirse, para convivir con otras personas. Incluso nos atrevemos a utilizar cierto tono paternalista para referirnos a ellos…”pobrecitos”. Estos prejuicios frente a la enfermedad mental no son más que micro discriminaciones que provocan que las personas que la sufren se enfrenten, no a sus disfunciones sino a las limitaciones que nosotros, que la sociedad, les pone.
Estos prejuicios frente a la enfermedad mental no son más que micro discriminaciones
La Confederación de Salud Mental de España ha propuesto de nuevo este año, como ya ocurriera en los dos últimos, una votación para decidir el lema con motivo del Día Mundial de la Salud Mental. Los votantes eligieron mayoritariamente el lema “Soy como tú aunque aún no lo sepas”. Con esta idea, que ha inundado las redes sociales gracias a la participación de mucha gente, el colectivo de personas con enfermedad mental busca llamar la atención sobre el hecho de que hay muchas más cosas que nos unen a todos que las que nos separan.
Ellos nos piden mediante esta campaña que nos pongamos en su lugar para comprenderlos mejor, aunque quizá para ellos no sea nada fácil hacer lo propio con nosotros. ¿Cómo entender que un día de trabajo bien aprovechado, o disfrutar de unas cervezas con amigos, o dar un paseo de la mano junto a la persona que amamos, no nos haga sentir plenos, felices? Ellos se entrenan a diario con la ayuda de los profesionales que les atienden a saber gestionar su ansiedad, su estrés, a valorar su esfuerzo por conseguir cualquier pequeño reto, y paradójicamente, al otro lado, la sociedad que les llama “pobrecitos” vive enmarañada en un nudo de emociones incontroladas. A ver quién es el “raro”.
“Todos estamos ahí, a todos nos puede pasar”, me decía este profesional. Por eso, me insistía, “es necesario que la sociedad conozca la enfermedad mental y le pierda el miedo”. Y no sólo eso. No hay que olvidar que el colectivo de personas con enfermedad mental también goza de unos derechos que les corresponden por el mero hecho de ser personas. En días como el 10 de octubre, es bueno y necesario recordarlo.