silencio

El último miércoles de abril de cada año viene marcado en el calendario por una conmemoración, la del Día Mundial contra el Ruido, una jornada promovida desde 1996 por la Sociedad Española de Acústica para sensibilizarnos en torno al problema que supone el exceso de ruido para nuestra salud y para el ecosistema que nos rodea.

Mientras escuchaba la noticia en la televisión, me ha dado por pensar en el silencio, en los silencios que habitan en nuestro día a día.

Hay silencios que resultan estresantes, por ejemplo, en la radio, cuando en plena emisión, falla un corte de voz, o se corta una llamada, o el ordenador se cuelga. El silencio rompe por completo el hilo de la conversación, de la noticia, y los segundos se hacen eternos, hasta recuperar de nuevo el sonido.

Hay silencios ingratos, duros, a veces insoportables, como el de un teléfono que no suena pese a que el mayor deseo sería que al otro lado se hiciera presente la voz de esa persona con la que quieres compartir sonidos. O el silencio que deja aquella persona amada que se marcha para siempre.

Hay silencios placenteros, como el de la noche, cuando todo está en calma y el sueño va ganando terreno a la vigilia. O el silencio  de la montaña, al que acudimos agobiados por el ruido del asfalto. Son silencios deseados.

Los hay cómplices, como el silencio que todos guardan ante un regalo, una fiesta, una sorpresa. Sería, sin duda, un silencio emocionante. Aunque hay otros silencios cómplices que esconden negocios sucios, maltratos, injusticias y vejaciones que todos callan. Silencio humillante.

Y está el silencio del miedo. El más destructivo. No hablar por no herir, no hablar por sentir el peso de la burla ajena, no hablar por la amenaza de que te hagan callar para siempre, no hablar para llegar a fin de mes, no hablar para seguir vivo en un cuerpo magullado por tantos silencios.

El ruido del silencio -he pensado- puede ser, a veces, atronador.

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Sobre mí

Marina Vallés Pérez (25/05/1976). Natural de Teulada (Alicante). Licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente soy periodista autónoma.



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