Este verano he tenido que vaciar una casa familiar. Vaciar es vaciar. Todo. Muebles, electrodomésticos, vajilla, ropa, decoración….Así que el día fijado para la mudanza me planté en aquella casa, llena de recuerdos de los veranos de mi infancia, cargada con cajas, periódicos y bolsas de basura.
Hacer una mudanza resulta, a veces, difícil. Supone remover el pasado de aquel lugar para traerlo al presente mientras eres consciente de que ese espacio ya no volverá a ser igual, aunque algún día regreses.
En esos pensamientos andaba yo cuando abrí un periódico para empezar a envolver con sus páginas aquel ejército de tazas, tacitas, tazones, cucharas, cucharitas y cucharones, que me esperaban en uno de los armarios. Mientras protegía las diferentes piezas de la vajilla con las páginas de aquel periódico, me distraía leyendo algunos de sus titulares y mirando las fotografías que ilustraban la información. Hasta que me topé, mientras enrollaba una taza, con las noticias locales de aquel periódico y con la foto de un responsable político de los que me encuentro a diario por mi trabajo de periodista. Allí estaba él, tan elegante, tan bien peinado, envolviendo una de las taza de mi vajilla, que a continuación fue a parar a una caja donde reposaban ya otras tantas tazas. Seguí mirando la foto de aquel personaje, ahora tan familiar, y me pregunté si seré capaz de acordarme de él, de su paso por la política, de lo que hizo o dejó de hacer, si algún día, dentro de diez, quince o veinte años, vuelvo a abrir aquella caja llena de tazas, platos, vasos y cubiertos que forman parte de mi pasado.
¡Cuan efímero es todo, cuan insignificantes somos!-pensé. La vida de aquellos platos llenos de trazos de mi infancia, las noticias cuyos titulares leía mientras hacía la mudanza, aquel político ahora protagonista de la actualidad y dentro de unos años, con toda probabilidad, un desconocido para el gran público.
¡Y cuántos objetos somos capaces de llegar a acumular en una casa!-pensé también, a medio camino entre el enfado y el reproche mientras empezaba a cargar cajas en mi coche. ¿Por qué tanto? ¿Para qué? Y me acordé de una amiga que me contaba no hace mucho que ha iniciado un proceso de limpieza de su hogar y de su vida. Ha empezado por borrar a muchas de las supuestas “amistades” que acumulaba en sus redes sociales y ha seguido por los cajones y armarios de su habitación, de su cuarto de baño, de su cocina….Me contaba con una sonrisa franca que se siente “liberada”. Yo añadiría que desprenderse de determinadas personas y de numerosos enseres que te han acompañado mucho tiempo es muy parecido a hacer una mudanza y es, sobre todo, un gesto valiente.
Cuando el verano toca a su fin, parece que empieza ese segundo tiempo de mudanza tras las promesas y objetivos incumplidos que formulamos cada uno de enero. Septiembre es tiempo de cambio, de renovación, de recuperar la rutina, de perder horas de sol y ganar horas de sueño, de marcarse nuevos objetivos, de ilusionarse con nuevos proyectos, o al menos proponérselos.
Yo me he propuesto, entre otras cosas, retomar mi pequeña ventana al mundo, este blog.
Feliz mudanza.