Marta se va. Ya hacía tiempo que lo rumiaba pero ahora ha decidido que es el momento de empezar una nueva etapa en su vida lejos de su hogar. Aunque Marta es de esas mujeres que ha tenido que empezar varias vidas.

La niña que se ha criado con su abuela tras la muerte de su madre. La joven que ha tenido que tejer su propio entorno por la marcha de muchos de sus seres queridos. La mujer que ha tenido que afrontar un cáncer de mama, numerosas intervenciones, ingresos hospitalarios y tratamientos prolongados. La trabajadora que ha tenido que renunciar a su empleo por estar enferma. La compañera que ha visto cómo su pareja se veía obligada a emigrar a otro país en busca de trabajo. La madre que ha criado sola a su hija. Y pese a todo ello, la amiga que siempre, siempre, ha tenido su mano tendida para ayudar a cualquiera.

Marta es parte de mi red de madres coraje. Escribí tiempo atrás sobre ellas en este blog, porque las madres de la clase de mi hijo son mucho más que un grupo de  whatsapp donde comentar los asuntos del colegio. Son verdaderas heroínas de sus vidas que han sumado calidez y humanidad a la mía. Y Marta nos deja un vacío inmenso.

La conocí en la puerta del colegio, como al resto de madres. Aquel patio en el que todas nos mirábamos de reojo recién iniciada la escolarización de nuestros hijos fue el punto de partida de cafés, horas de parque, excursiones, viajes, cenas, confidencias y en definitiva, vivencias en las que Marta siempre ha estado presente.

 

Sólo ella sabe las veces que he llamado a su puerta para que cuidara de mi hijo y sólo yo sé el cariño y la generosidad con que lo ha hecho

Voy a echar de menos los “buenos días” con sonrisa de camino al colegio, porque casi cada día coincidíamos en el trayecto. Y las conversaciones, a veces llenas de risas, a veces  tristes, sentadas en un banco de la calle Tossal mientras nuestros hijos jugaban. Sólo ella sabe las veces que he llamado a su puerta para que cuidara de mi hijo y sólo yo sé el cariño y la generosidad con que lo ha hecho. «No te preocupes de nada». Así me tranquilizaba ella a mí, siempre con una sonrisa, aunque ella llevara a cuesta sus propias mochilas

Marta empieza un nuevo capítulo de su vida en el que habrá, seguro, otras madres, otras excursiones, otras cenas y otros bancos en otros parques en los que sentarse a conversar de todo, de nada, en definitiva, de la suerte de vivir.

Allá donde vaya, va a seguir siendo la mujer valiente que un día conocí en el patio de un colegio. Porque eso lo lleva pegado a su piel. Y nos lo ha dejado incrustado en la nuestra para siempre.

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Sobre mí

Marina Vallés Pérez (25/05/1976). Natural de Teulada (Alicante). Licenciada en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente soy periodista autónoma.



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