LA AUSENCIA

Leo y escucho a menudo que a los niños, desde bien pequeños, hay que ayudarles a identificar los sentimientos, hay que animarles a que pongan nombre a aquello que les hacer reír, o llorar, o les estremece, o les hace enmudecer. Atrás deberían quedar, dicen los especialistas, los sentimientos ahogados, las palabras no dichas a tiempo o los silencios impuestos por guardar las apariencias, o simplemente por una educación que nos ha querido convertir en…

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